Cuando se tiene una empresa familiar, lo que sucede es que con el paso de las generaciones son distintos tipos de personas las que se hacen cargo de ello. Todo ello conlleva entonces el hecho de que la empresa vaya mutando de acuerdo al momento histórico y al tipo de persona que la regente.
Generalmente se puede definir una empresa familiar cuando la misma está gestionada por al menos dos miembros de una misma familia.
Pero justamente, al tratarse de una empresa familiar, en muchas ocasiones no está muy claro cómo son los puestos de trabajo y responsabilidades dentro de ella.
En los últimos años, las mujeres han tomado mayor protagonismo dentro de este tipo de empresas familiares teniendo no sólo que obtener el reto propio de cualquier tipo de empresa sino tener retos adicionales que muchas veces escapan al tema de la propia empresa familiar y son retos que tienen que ver más que nada con la sociedad y con las actividades que la mujer debería desempeñar.
Tradicionalmente las empresas, más allá de que sea una empresa familiar o no han estado en manos de hombres. Cuando una mujer aparece en acción, se le suelen dar menos responsabilidades o incluso en los casos en que tiene acciones dentro de la misma se le impide la participación o se le pide que no forme parte del directorio que toma decisiones finales.
Todo ello ha hecho que durante mucho tiempo las mujeres se vieran limitada en lo que se refiere a las empresas familiares. Sin embargo, con el fin de llegar a incorporarlas poco a poco a las empresas y ver su talento, cada vez son más las empresas familiares que tienen en su frente a mujeres de la familia.
Sea como sea, las responsabilidades serán las mismas y en la gran mayoría de ocasiones se necesita trabajar en equipo con otro tipo de profesionales que nos ayuden a encausar y conocer mejor de qué forma se debe seguir adelante con la empresa familiar para adaptarla a los nuevos mercados y para tener en equilibrio la estrategia empresarial.